Viena, Austria Pt. 2/2

¡Hola! ¿Qué tal estáis? Asomo la cabeza por aquí un lunes más para contaros mis pequeñas aventuras pero antes quiero lanzar una pregunta muy importante: ¿ya habéis visto la película 1917? Si la respuesta es no os la recomiendo 100%, nosotros la vimos en el cine hace un par de semanas y la verdad es que hacía tiempo que no salía tan maravillada del cine, no me extraña que la hayan premiado con dos Globos de Oro y tenga tantas nominaciones. ¿Soy cinéfilos/as? ¿Cuál es la última película que habéis visto? ¡Contadme en los comentarios!

Este mes hizo un año viajamos a Viena; en este post os hablé de la primera parte del viaje y ahora os traigo la segunda, que bien podría titularse Cuando Kat casi muere congelada y tomó la sabia decisión de no volver a abandonar la isla en invierno. No os engañéis, mi archienemiga la nieve solo es bonita en fotos.

En plena tormenta de nieve pillamos la línea U4 del metro para ir al Palacio de Schönbrunn, un lugar precioso conocido como el Versalles de Viena. Empezó a construirse en el año 1559 siendo primero el pequeño palacio de casa del emperador Maximiliano II y más adelante pasó a convertirse en la residencia veraniega de los Habsburgo. La mayor parte de la decoración interior tiene su origen en esta época y es una de las pocas muestras existentes del llamado rococó austríaco. Volviendo a los Habsburgo: siempre me ha llamado la atención la emperatriz Sissi y esa es la razón por la que quería visitar el Palacio de Schönbrunn. Por algún motivo no saqué fotos del interior del palacio pero la emperatriz estuvo presente en el audioguía (en español) durante casi toda la visita y me gustó saber un poco más sobre su vida, costumbres y rarezas. Schönbrunn y sus jardines, que se supone que son preciosos, son una visita es casi obligada si vas a pasar unos días en Viena. Hay dos tipos de tour, si no voy mal nosotros hicimos el Imperial que cuesta 16€/pers. y hay otro más largo de 20€/pers. 

La famosa Glorieta a lo lejos

El palacio, junto con sus jardines, fue nombrado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1996. Como he dicho arriba nosotros no tuvimos el "privilegio" de admirar esos preciosos jardines llenos de flores que vemos en las postales. Si bien la nieve le da un toque mágico al paisaje no vimos más que un manto blanco cubriéndolo todo. Estos jardines imperiales que rodean el palacio con sus anexos forman una de las expresiones artísticas e histórico-culturales más importantes del barroco en Europa en ellos también encontramos el zoo más antiguo del mundo; no es de sorprender que al conjunto de todo se le conozca como el Versalles de Viena (acabo de recordar que cuando estuve en Versalles, París, sus jardines también estaban nevados aunque por suerte no tanto). El zoo Tiergarten estaba cerrado pero pasamos por al lado y no nos llamó mucho la atención, aunque la verdad es que a nosotros no nos gusta demasiado ver animales enjaulados.

Fuente de Neptuno

Andamos unos 800 metros atravesando los jardines nevados, haciendo una parada en la Fuente de Neptuno, en la cual vemos las estatuas de Neptuno y su séquito sobre unas aguas que ese día estaban heladas, hasta llegar a la Glorieta de los jardines que ofrece buenas vistas del Palacio y de una parte de la ciudad. En el interior del edificio se encuentra el Café Gloriette, famoso por su amplia gama de cafés y por su repostería. Cuando nosotros fuimos estaba cerrado probablemente a causa de la nieve; hecho entonces ni siquiera nos enteramos de que ahí había un café. Cero drama, a ninguno de los dos nos gusta el café y además he leído que cuesta un ojo de la cara, aunque a los amantes de esta bebida seguro que no les importa disfrutar de una tacita de café calentito con vistas a los jardines aunque haya que pagar un poquito más ;)

De lo que sí disfrutamos fue de una comida calentita cuando regresamos al centro de Viena, lo cual nos dio vida porque a mi se me habían entumecido hasta las manos del frío y apenas las notaba. No recuerdo el nombre de este plato pero en Viena se come mucha carne, si vais a cualquier restaurante es lo que más abunda en la carta. Las dos bolas blancas que vemos al lado reciben el nombre de Semmelknödel. Estas bolas se elaboran con pan, aunque no saben mucho a pan, y se usan como acompañamiento en algunos platos.

En el centro de Viena no nevaba pero llovía así que decidimos meternos en algún museo. Elegimos el de Historia Natural porque son los que a mí más me gustan. El museo se halla frente al Museo de Historia del Arte, ambos edificios son como dos palacios que se asemejan muchísimo pero que ya fueron construidos con la final de albergar exposiciones. Con un tamaño de 8 700 m2 se inauguró en el año 1889 y en 2011 albergaba más de 30 millones de objetos. La entrada cuesta 12€ y nosotros nos pillamos un audio-guía cada uno, cosa que recomiendo si quieres saber un poco más acerca de lo que estás viendo (aunque llegamos a cansarnos así que saltamos alguna explicación, si no todavía seguiríamos ahí dentro).

Las exposiciones se dividen en dos pisos: en la planta baja se expone la mejor colección de minerales y piedras preciosas de toda Europa, colecciones sobre la escultura prehistórica, la evolución del hombre y grandes hallazgos paleontológicos. En la segunda planta encontramos  una inmensa colección de animales disecados, muchos de ellos ya extintos. Los objetos y colecciones más destacables del museo son la Venus de Willendorf, un esqueleto de Diplodocus, un topacio gigante de 117 Kg y la colección de joyas que María Teresa I de Austria regaló a su marido. A nosotros solo nos dio tiempo de ver la primera planta (subimos a la segunda cuando ya cerraban y tan solo pudimos ver algún animalillo) pero está bien así porque en la primera se halla lo que personalmente me parece más interesante.

¿Habéis estado en Viena? ¿Os gustaría visitar la ciudad?

Espero que hayáis empezado estupendamente la semana, ¡nos leemos! ;)